martes, 18 de junio de 2013

Pallida Mors

Siempre he tenido una especie de fijación con la muerte, esta se me manifiesta en la admiración-atracción, puro amor, que tengo con las muertes trágicas de los artistas, especialmente de los músicos.  Mi romance con este fetiche empezó a principio de los años 90s, en esa época andaba muy metido en el rock, explorando principalmente el británico y el rock en español.
Love of my life: Hacía poco tiempo que había caído en mis manos el mítico “Live Killers”, y desde la primera canción, Queen me había hipnotizado y yo andaba como loco tratando de conseguir más discos de ellos.  Repentinamente me cuentan la noticia de que Freddy tenía SIDA (para ese entonces ni idea de lo que eso significaba) Cabalísticamente al siguiente día corre la noticia de su muerte, todo tan rápido, un romance aparentemente fugaz, cortado de tajo por la muerte, al menos eso creía.  Al igual que Freddy, solo que en el extremo Sur del continente, Miguel Abuelo habría muerto de varias complicaciones producidas por lo mismo, el SIDA.
Ese fue un punto de inflexión, a partir de ahí me interesé también en las vidas de mis músicos favoritos, ya no me conformaba con sus falsetes, acordes, movimientos en el escenario, quería saber más, sobre todo de la forma en que los había alcanzado la (Pálida Muerte) Pallida Mors.
If I should lose you: Fue así como me enteré de algunas muertes curiosas e interesantes, las cuales iré compartiendo poco a poco. Empezaré con “The Bird”, el gran saxofonista, responsable de mi gusto por el jazz, la leyenda cuenta que fue una típica muerte de sobredosis, en el informe forense atribuyen la muerte de Charlye a causas varias: úlcera, cirrosis, infarto y por supuesto sobredosis, en realidad el catalizador fue la depresión, ya que recién había muerto una de sus hijas.
I wanna be sedated: Pero veamos las muertes que más atraen, es decir las de esas almas libres que se autodestruyen con plena determinación y convencimiento, que hacen palidecer de envidia a cualquiera, aunque no hablaré, por hoy, de los miembros del club de los 27,  Hendrix, Joplin, Morrison, Cobain, y compañía.  Recordemos algunas muertes en el punk, específicamente con los Ramones, ese grandioso grupo de New York, con miembros tan dispares fuera del escenario como Jhonny y Joey, el primero conservador el otro liberal, solo por mencionar algunas diferencias, sin contar los múltiples trastornos que padecían.  Pues bien, estos dos tienen unas muertes comunes, muriendo Johnny de cáncer y Joey de linfoma, la muerte más “normal” para un rockero la tuvo el siempre creativo Dee Dee Ramone,  cayendo víctima de una sobredosis de heroína.
Star Way to Heaven: Subiendo más de tono, vayamos con dos muertes similares, con dos genios fuera de este planeta y que sin duda dejaron su huella en la estela musical, la cual no dudo perdurará por generaciones.  Me refiero el maestro John Bonham*, uno de los mejores  bateristas de todos los tiempos, sino es que el mejor, y de un espectacular “frontman”, Bon Scott*.  Ambos rebeldes y salvajes por naturaleza encuentran la muerte de manera similar: ahogados en su vomito. Bonham en casa de Jimmy Page después de haber consumido cantidades bestiales de vodka, y Scott en su auto luego de una noche larga en el Music Machine de Camden. Curiosamente los dos mueren en 1980, Bonham con 32 años y Scott con 33, suficiente para que se convirtieran en leyendas.  
Existe una interminable lista de músicos que ha muerto de manera trágica, cortando sus creativas carreras muy temprano,  pero definitivamente nadie vive más de lo que necesita y prueba de ello es el legado que han dejado. 
Carlos Mérida

No hay comentarios:

Publicar un comentario