lunes, 12 de agosto de 2013

Anhelo de vivir


Mucho se ha escrito sobre la personalidad de Vincent Van Gogh: que si era extraño, loco, depresivo, todo lo que pudiera significar eso de “mentalmente enfermo”;  uno de estos narradores se tomó la tarea de escribir la biografía del pintor holandés en forma de novela, Irving Stone, escritor estadounidense, que se especializó en personajes históricos reconocidos como Van Gogh y Miguel Ángel.

 

Stone llamó a esta historia “Anhelo de vivir”,  el porqué del nombre toma sentido durante la lectura de este hermoso libro, que nace desde las pasiones y la personalidad doliente de Van Gogh. Este viaje literario inicia en 1873 cuando el pintor se encuentra en Londres, lugar en donde conoce a Úrsula Loyer, con quien experimenta por primera vez el desamor.

 

Abatido por la desolación de no ser amado, los siguientes capítulos nos cuentan la transformación de un vendedor de obras de arte a un evangelista impelido por la necesidad de entregarse a sus semejantes, lo que lo lleva a iniciar una serie de dibujos inspirados en los mineros, siendo éste el primer contacto con su instinto creador.

 

Capítulo a capítulo el autor va describiendo la serie de encuentros desfavorables que ocurren durante la vida de este pintor hasta llegar al artista impresionista que conocemos ahora. Durante el período en Etten, inicia su carrera artística apoyada económica y moralmente por su hermano Theo, quien será la persona más importante de su vida y único apoyo en algunos momentos. Su prima Kay enviuda y viaja hacia la ciudad del pintor, durante su estancia Vincent se enamora de ella y le es negada nuevamente la oportunidad de ser amado.

 

Convencido de su pasión por la pintura decide instalarse en La Haya, donde se convierte en aprendiz de su primo Anton Mauve, quien no comprende el espíritu de Van Gogh por lo que decide retirarle su asesoramiento. En esta etapa, Stone nos muestra una vez más el lado humano, la melancolía y pobreza que acompaña a Vincent durante su vida;  la formación de una familia motivada por la compasión y la tristeza que les provoca Sien, una prostituta a quién ayudan con su bebé y quien se establece por dos años en la casa paterna de Van Gogh.

 

En los capítulos siguientes el autor nos permite acompañar al pintor en diversas experiencias que serán cruciales para su desarrollo artístico, su encuentro con el amor a través de Margot quién se envenena por no poder casarse con Vincent; la muerte de su padre; el traslado a París con Theo, lugar en donde conoce a Pissarro, Seurat, Gauguin y Cezanne y es allí donde se transforma su paleta melancólica a una paleta colorista, la comprensión del color y su interpretación de la naturaleza menos tradicional. Esta será, quizás la parte del libro más emocionante para los amantes del arte y de las obras de este pintor, es aquí donde Irving Stone nos ubica ante un Vincent Van Gogh que expresa a través de un lenguaje propio de colores, pinceladas y motivos, fuerza de su espíritu y de sus emociones.

 

En Arles nacen los fascinantes girasoles, los lirios violeta y la casa amarilla. Crece su necesidad por pintar al aire libre así como su enfermiza obsesión por reproducir todo lo que veía. Y es en este momento en donde somos partícipes del colapso que lo lleva a cortarse la oreja como regalo para “pichón”, su niña amante. Después de este acto de locura el escritor nos permite acompañar al artista a Saint Remy, la casa de salud mental en donde nace de sus manos la noche estrellada, a diferencia de otras de sus obras, este paisaje no fue pintado al aire libre, sino desde la habitación del sanatorio, en donde a través de una pequeña ventana podía observar el cielo.

 

Las últimas páginas de esta obra nos trasladan a Auvres, en donde con el sol de mediodía y bajo una nube de pájaros negros, “Vincent volvió su rostro hacia el sol y apretó el gatillo del revólver”.

 

La capacidad narrativa de Irving Stone nos ahoga en ese mar de emociones en el que vive el pintor, nos traslada a través del ritmo de sus letras hacia cada uno de los paisajes que Van Gogh plasmó con pinceles y acuarela; sin duda un libro recomendable para aquellos que deseen experimentar de manera intensa la obra de este post-impresionista que en vida nunca supo la fuerza de sus obras, y que lo único que buscó fue vivir a través del amor y de su pintura.
 
Vannia Ortega
 
 

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